LA FALSA PAZ DEL ANTICRISTO A TRAVÉS DE UN GOBIERNO MUNDIAL
por Alain Pilote
El fin de los tiempos
La Revelación cristiana enseña que el mundo no durará para siempre. Un día, Dios pondrá fin al mundo terrenal. La Iglesia no sabe la fecha de este evento, sólo Dios Padre lo sabe: "Pero aquel día y aquella hora nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el hijo, sólo el Padre." (Mateo 24:36.)
Jesucristo, sin embargo, nos dejó muchas profecías lo suficientemente claras para permitirnos entender el desarrollo de lo que precederá el fin de los tiempos, los llamados "signos de los tiempos". Antes de su segunda y última venida el Día del Juicio, Jesucristo preparará los corazones de los hombres a través de una serie de eventos. ¿Existe algún texto oficial de la Iglesia Católica sobre estos eventos precedentes al fin de los tiempos? Sí, puede encontrarse en el reciente Catecismo de la Iglesia Católica (emitido en 1992), parágrafos 675 al 677:
La última prueba de la Iglesia
"Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 1920) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudomesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 412; 1Te 5, 23;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
"Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris" que condena el "falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 2021).
"La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 19). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 710) que hará descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 24). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 1213)."
La pérdida de la fe
Nuestro Señor anuncia la persecución final contra Su Iglesia antes de Su regreso, a través del aparentemente universal (pero temporal) triunfo del anticristo, quien establecerá una "falsa paz" en la tierra (cf. 1 Tesalonicenses, 5:3) mediante un gobierno mundial y una religión mundial que negará a Jesucristo como verdadero Mesías. El advenimiento del anticristo será precedido por una apostasía generalizada, la pérdida de la fe de la mayoría de los cristianos: "Que nadie os engañe en modo alguno, porque antes ha de venir la apostasía y ha de aparecer el hombre de la iniquidad, el destinado a la perdición, el adversario, que se levantará contra todo lo divino y todo lo que tenga carácter religioso, hasta llegar a sentarse en el santuario de Dios, haciéndose pasar a sí mismo por Dios". (2 Tesalonicenses 2, 3-4).
Porque, si la gente fuera fiel a sus creencias cristianas, nunca se someterían a las mentiras del anticristo. El trabajo de los enemigos de Dios para minar la fe es claro y puede ser visto por todos hoy. San Pablo también escribió en su Primera Carta a Timoteo (4, 1-2): "El Espíritu claramente dice que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, dando oídos a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas, inducidos por la hipocresía de impostores cuya conciencia se halla marcada al rojo vivo". Y en 2 Timoteo 3:1-5: "Debes saber que en los últimos días vendrán momentos difíciles. Pues los hombres serán egoístas, amigos del dinero, altivos, orgullosos, blasfemos, rebeldes con los padres, ingratos, injustos, desnaturalizados, desleales, calumniadores, desenfrenados, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, temerarios, obcecados, más amigos de los placeres que de Dios, los cuales tienen una apariencia de religión, pero niegan su poder."
Un gobierno mundial
El resultado lógico de esta pérdida de la fe es el establecimiento de un mundo sin Dios, una idea que ha sido soñada por mucha gente durante los últimos siglos (por ejemplo la revolución francesa, la revolución bolchevique en Rusia), pero especialmente por algunos círculos masónicos llamados "los illuminati". (Ver artículo en la pág. 5 de nuestra edición de subscripción de agosto y septiembre 2007). En estos círculos secretos se anhela lo que John Lennon escribió en su canción popular Imagine" en 1971; mucha gente la canta sin pensar en el significado de sus letras, pero esta canción puede describirse bien como un himno a un gobierno mundial sin Dios:
Imagine there's no Heaven
It's easy if you try
No hell below us
Above us only sky
Imagine all the people
Living for today
Imagine there's no countries
It isn't hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion too
Imagine all the people
Living life in peace
You may say that I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will be as one
Español
Imagina que no hay cielo
es fácil si lo intentas
no hay infierno debajo nuestro
encima nuestro solo cielo
imagina a toda la gente
viviendo por el hoy
imagina que no hay países
no es difícil de hacer
nada por qué matar ni morir
ni tampoco religión
imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz
podrías decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que un día te unas a nosotros
y el mundo será como uno solo
Del Papa Benedicto XVI sobre la Bestia
En su reciente libro Jesús de Nazareth, el Papa Benedicto XVI, en un comentario sobre la oración del Padre Nuestro, escribió esto sobre la bestia del Apocalipsis:
«Vemos ante nosotros el dragón del que habla el libro de la Revelación. 'Otra señal apareció en el cielo: un dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos; sobre sus cabezas siete diademas" (Apocalipsis 12:3). Juan retrata a la 'bestia surgiendo del mar', de las oscuras profundidades del mal, con los símbolos del poder imperial de Roma, y entonces pone una cara muy concreta a la amenaza que enfrenta a los cristianos de este día: el reclamo total emplazado sobre los hombres por el culto al emperador y la resultante elevación del poder político-militar-económico a la cima del poder absoluto a la personificación del mal que amenaza devorarnos.
"No obstante la disolución del Imperio Romano y sus ideologías, ¡esto permanece muy contemporáneo! Hoy hay, de un lado, las fuerzas del mercado, del tráfico de armas, de drogas, y de seres humanos, todas fuerzas que pesan sobre el mundo y atrapan a la humanidad irresistiblemente."
Del Cardenal Biffi sobre el anticristo
Cada año para cuaresma, el Papa invita a un distinguido Obispo o teólogo a predicar un retiro (los "Ejercicios Espirituales") a todos los miembros de la Curia Romana, incluyendo al mismo Papa. Este año, en febrero de 2007, el Papa Benedicto XVI invitó al Cardenal Giacomo Biffi, el arzobispo emérito de Bolonia, Italia, para predicar ese retiro. Y adivine, ¿cuál era el tema? ¡El anticristo!
El Cardenal Biffi basó sus conferencias en el ultimo libro del filósofo ruso Vladimir Sergeyevich Solovyov (1853-1900), Los tres diálogos y la historia del anticristo, en el que el anticristo es elegido presidente de los Estados Unidos de Europa, aclamado como emperador en Roma, toma posesión del mundo entero, y finalmente impone su mando sobre la vida y organización de las iglesias. He aquí un reporte noticioso de la agencia católica Zenit:
"CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- El cardenal Giacomo Biffi ha presentado a Benedicto XVI y a la Curia Romana «la advertencia profética de Vladimir S. Soloviev» sobre el anticristo.
El predicador de los ejercicios espirituales hizo referencia al filósofo y poeta ruso, que vivió entre 1853 y 1900, para explicar que el anticristo, en realidad, consiste en reducir al cristianismo a una ideología, en vez de ser un encuentro personal con Cristo salvador.
Citando la obra de Soloviev, «Tres diálogos» (1899), el arzobispo emérito de Bolonia recordó que «el anticristo se presenta como pacifista, ecologista y ecumenista».
«Convocará un Concilio ecuménico y buscará el consenso de todas las confesiones cristianas, concediendo algo a cada uno. Las masas le seguirán, a excepción de pequeños grupos de católicos, ortodoxos y protestantes», dijo.
Según la síntesis de su predicación de este martes por la tarde, ofrecida por «Radio Vaticano», el cardenal explicó que «la enseñanza que nos dejó el gran filósofo ruso es que el cristianismo no puede ser reducido a un conjunto de valores. En el centro de ser cristianos está, de hecho, el encuentro personal con Jesucristo».
«Llegarán días en los que en la cristiandad se tratará de resolver el hecho salvífico en una mera serie de valores», escribió Soloviev en esa obra.
En su «Relato sobre el anticristo» Soloviev prevé que un pequeño grupo de católicos, ortodoxos, e hijos de la Reforma resistirán y le responderán al anticristo: «Tú nos das todo, menos lo que nos interesa, Jesucristo»
Para el cardenal Biffi esta narración es una advertencia. «Hoy, de hecho, corremos el riesgo de tener un cristianismo que pone entre paréntesis a Jesús con su Cruz y Resurrección», lamentó.
El Cardenal de 78 años explicó que, si los cristianos se «limitaran a hablar de valores compartibles serían mejor aceptados en los programas de televisión y en los grupos sociales. Pero de esta manera habrían renunciado a Jesús, a la realidad sobrecogedora de la Resurrección».
Para el purpurado italiano, este es «el peligro que los cristianos corren en nuestros días»: «el Hijo de Dios no puede ser reducido a una serie de buenos proyectos homologables con la mentalidad mundana dominante».
Sin embargo, precisó el purpurado, «esto no significa una condena de los valores, sino que éstos deben ser sometidos a un atento discernimiento. Hay valores absolutos, como el bien, la verdad, la belleza. Quien los percibe y los ama, ama también a Cristo, aunque no lo sepa, porque Él es la verdad, la belleza, la justicia».
El predicador de los ejercicios precisó en la capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico del Vaticano que, por otra parte, «hay valores relativos, como la solidaridad, el amor por la paz y el respeto por la naturaleza. Si estos se convierten en absolutos, desarraigando o incluso oponiéndose al anuncio del hecho de la salvación, entonces estos valores se convierten en instigación a la idolatría y en obstáculos en el camino de la salvación».