sábado, agosto 04, 2007

El desafío de la tecnología

 
 

Entrevista a Germán Doig Klinge por Fiorella Vargas D.
(publicado en la revista Oiga, Perú, 4 de agosto de 2000)

 

El desafío de la tecnología
Más allá de Ícaro y Dédalo

Según narra un antiguo mito griego, Dédalo era un notable inventor, además de herrero, arquitecto y escultor. Por diversos problemas que había tenido, se refugió en la isla de Creta bajo la protección del rey Minos. Muy pronto fue llamado a ejercer sus reconocidas capacidades técnicas. Entre las muchas cosas que fabricó se encontraban un artefacto que permitió la concepción del Minotauro -un ser que tenía cuerpo de hombre y cabeza de toro-, el laberinto donde escondieron a este monstruo que comía carne humana, y el sistema mediante un hilo para no perderse en él.
A pesar de sus servicios técnicos, Dédalo cayó en desgracia y fue encerrado, junto con su hijo Ícaro, en el laberinto. No pudiendo escapar de la isla ni por tierra ni por mar, porque el rey mantenía una estrecha vigilancia, decidió aventurarse por los cielos. Se le ocurrió entonces diseñar unas alas con plumas de ave adheridas con cera para escapar volando. Cuando finalmente fabricó las alas, instruyó a Ícaro sobre cómo volar y le advirtió de los peligros que afrontarían: "Ícaro, hijo mío, te ruego que te mantengas a una altura moderada. Puesto que si vuelas muy bajo la humedad de la brisa marina te impedirá volar, y si vuelas muy alto el calor del sol derretirá la cera y se desprenderán las plumas. Mantente junto a mí y estarás a salvo".
Las alas funcionaron muy bien, pudiendo remontar las alturas y alejarse del laberinto y de Creta. Pero cuando Ícaro se sintió seguro, empezó a separarse de su padre. Fascinado por la experiencia de volar, quiso elevarse en el cielo en dirección al sol, desoyendo los consejos paternos. Conforme se acercó, el calor de los rayos solares fue derritiendo la cera que mantenía juntas las plumas. Una a una se desprendieron hasta que no se pudo sostener más y cayó en picada al mar. Su vida terminó de esta manera ante el horror y la congoja de su padre. Dédalo logró rescatar el cadáver de su hijo y le dio sepultura. Después continuó vuelo llegando sano y salvo a su destino.

Germán Doig Klinge, coordinador general del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) y miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, es autor de numerosas obras, entre ellas "Derechos humanos y enseñanza social de la Iglesia", y el "Diccionario de Río, Medellín, Puebla, Santo Domingo". Su nuevo libro "El desafío de la tecnología. Más allá de Ícaro y Dédalo", que se presentó ayer jueves en el auditorio principal del Museo de la Nación y que a continuación explicamos en amplia entrevista, resume un análisis sobre los efectos que ocasionan los distintos usos que se da a la tecnología en este mundo globalizado.

¿Cree usted que la tecnología mediatice el pensamiento y el conocimiento del ser humano, al punto que le distorsione la realidad en que vive, como en el caso de Ícaro, el hijo de Dédalo?
- La tecnología no tendría por qué convertirse en una mediación que distorsione la realidad. Es conocida la frase de Marshall McLuhan: "el medio es el mensaje". Efectivamente, mucha gente cree que eso es así. Es correcto que el medio influencia en el mensaje, a veces de manera importante, pero no debemos caer en una posición extrema y pensar que irremediablemente el medio condiciona el mensaje. El medio no es más importante que el mensaje. Creo que la influencia de la tecnología depende mucho, en primer lugar, del entorno cultural, es decir, del peso que se le da en una cultura concreta a esta determinada tecnología, a esta expresión tecnológica, como puede ser por ejemplo el caso de la televisión o Internet. Y lo segundo es que la persona misma es en última instancia quien decide. Muchos opinan que la tecnología se va metiendo en el ambiente y el hombre termina por no darse cuenta de qué es lo que sucede.


¿Quiere decir que tanto crecimiento tecnológico nos coge desprovistos?
- Efectivamente. En ese sentido Marshall McLuhan recoge un ejemplo muy interesante: uno no es totalmente consciente del influjo de la cultura porque vive en un contexto cultural y va absorbiendo sus elementos casi sin darse cuenta. Pero, como el búho de Minerva, "solamente levanta vuelo cuando caen las sombras". De esta manera se expresa que en la oscuridad, cuando uno no se da cuenta, es cuando aparece esta influencia de la tecnología.


En su libro hace mención a los avances tecnológicos como la televisión o Internet, en los que si bien es cierto aprendemos, también encontramos mucha distorsión, como las páginas electrónicas de sexo, que pueden afectar los códigos morales. Entonces, ¿cómo ve el avance de la tecnología en el entorno cultural que vivimos, en particular la globalización?
- En primer lugar, el proceso de globalización en buena medida es posible porque está apoyado en la tecnología, sobre todo en la tecnología de las telecomunicaciones. Ese proceso tiene aspectos muy buenos e interesantes, como también asuntos problemáticos que despiertan una seria preocupación. En ese contexto hay que tener mucho cuidado de no satanizar a la tecnología ni tampoco convertirla en la panacea que resuelve todos los problemas de la humanidad. La tecnología es, más bien, ambigua. ¿Qué significa esto? Que puede ser diseñada o aplicada para bien o para mal, de manera que existe la posibilidad de que el ser humano diseñe tecnología para bien o para mal, o que incluso utilice la "buena" tecnología para mal. Hay muchos casos en la historia de tecnologías que fueron hechas para un propósito y luego terminaron siendo usadas para otro. El tema de la ambigüedad está presente en el diseño y el uso de la tecnología, pero quizá es más notorio en el diseño. Ahora bien, en el caso de Internet se puede apreciar lo mismo: muchos están preocupados en cuanto a la niñez y la adolescencia, por ejemplo, por la cantidad de cosas que se pueden sacar de ahí. Un caso es el de las perversiones de tipo sexual, pero también podríamos hablar de técnicas fáciles, seguras y rápidas para el suicidio, de cómo fabricar una bomba casera, o de los delitos informáticos. Todo ello, además, en páginas web de fácil acceso. Ciertamente se abre una ventana que antes no existía, y alguien puede caer en la tentación de utilizar ello. En el caso de Internet pienso que se da claramente el tema de la ambigüedad. Tiene aspectos ciertamente muy útiles, pero también abre posibilidades que pueden hacer daño, como lo que mencionábamos.


¿De qué manera la ambición de los que manejan el poder lleva a la distorsión y al mal uso de la tecnología?
- La tecnología en el fondo conduce al tema del uso del poder porque, evidentemente, pone en manos de los seres humanos instrumentos que dan una gran capacidad para realizar muchas cosas. Lo que hace la tecnología es ofrecer una posibilidad de conseguir lo que se llama "bienes útiles", es decir instrumentos para otros objetivos. Entonces, si se tiene muchos de esos instrumentos, se tiene mucho poder, y hoy en día se obtiene información, de manera que efectivamente se tiene acceso a un enorme caudal de poder. El punto está en cómo es que se usa ese poder. Por eso es que muchos opinan que el tema central de la tecnología es ése: el del uso del poder.


Usted señala que la tecnología está hecha por el hombre y, por consiguiente, debería estar a su servicio. Entonces, ¿por qué cree que a veces se da lo contrario?
- La tecnología es un instrumento que el hombre desarrolla, necesita y usa prácticamente en todo lo que realiza, incluso en el ámbito del conocimiento, no solamente para aspectos de tipo práctico. En consecuencia, debería estar siempre a su servicio. ¿Por qué el hombre termina no dándole el lugar que le corresponde? Quizás la principal razón esté en que relativizan algunos aspectos de fondo, como la dimensión ética. ¿Y qué significa la dimensión ética? Que el hombre no solamente debe desarrollar la tecnología porque puede desarrollarla, sino que debe preguntarse si es que ese desarrollo está de acuerdo a su naturaleza y, en consecuencia, de acuerdo a un bien, no solamente algo útil en el sentido estricto, sino que signifique un verdadero progreso humano integral. El caso del Proyecto Genoma Humano es sumamente elocuente en ese sentido. Sería obtuso negar los beneficios que se abren para el ser humano; pensemos sólo en algunas enfermedades que aparentemente podrán ser curadas o prevenidas. Pero sería ingenuo no considerar los graves riesgos y problemas que al mismo tiempo aparecen. Algunos temen que reaparezca el problema de la eugenesia.


En ese sentido, definitivamente existe diferencia entre lo que es desarrollo tecnológico y desarrollo del ser humano.
- Yo creo que sí, porque el ser humano es más que el aspecto técnico, el cual, en términos integrales de la persona no es lo más importante de la persona. Si caracterizamos las dimensiones de la actividad humana, podría hablarse de tres tipos: en primer lugar está el conocimiento de la verdad; luego la praxis, aquello que perfecciona al ser humano en cuanto ser humano y donde entran la libertad, el amor, las virtudes, la solidaridad; y en tercer lugar la tecnología, que se conoce como la dimensión de la póiesis en términos filosóficos, y se refiere a la perfección del objeto externo, es decir, ya no se fija tanto en su propia perfección sino que se preocupa por la perfección de un objeto externo a él -como por ejemplo un artefacto-. Si el hombre se subordina a este tercer aspecto, que no es el más importante, deja de lado la pregunta por la verdad y el bien de la persona y termina cayendo en una lógica que, aplicada a la tecnología, está bien, pero que no puede ser absolutizada. Por ejemplo, una licuadora tiene un proceso eficaz para conseguir un bien útil: licuar; y no interesa en este proceso la pregunta por la verdad y el bien, sino que funcione; el día que no funcione bien, se bota y se consigue una nueva. Pero esta misma lógica no puede ser aplicada a todas las realidades de la vida del hombre.


¿Qué medidas tomar para que el ser humano deje de ser el medio y el fin y solamente se busque el bien?
- Ése es un problema de educación y de conciencia. Pienso que debemos crear una cultura que ponga a la persona en primer lugar. Por ejemplo, en el ámbito económico, no basta con que se aplique una política para desarrollar la producción, sino que es necesario asimismo tener en cuenta que el centro de esa política tiene que ser la persona. Por otro lado, considero que es necesario que los legisladores miren con mucha atención las posibles amenazas a la dignidad humana que están apareciendo y pueden aparecer. El tema del genoma humano, entre otros, todavía está pendiente de una adecuada atención en el campo legislativo. Creo que los legisladores tendrían que preparar una legislación para el desarrollo tecnológico en estos campos, porque más tarde se va a querer experimentar, por ejemplo, con la clonación humana.


La tecnología trae beneficios, pero también consecuencias dañinas para la humanidad. Por ejemplo, en el caso del genoma, la clonación, como la de la oveja "Dolly", trajo como resultado un envejecimiento acelerado. Quién sabe lo que sucederá más adelante, cuando empiecen a clonar personas -si se da el caso-. ¿Cómo podemos contrarrestar nosotros este fenómeno?
- Nuevamente es un tema que parte de una educación que tiene que ser desarrollada a todo nivel. No se trata de decir simplemente que la tecnología es mala, porque no depende de ella sino de las personas. En ese sentido, soy partidario de que se incorpore el tema de la tecnología en el currículum escolar, porque es importante hacer ingresar a los niños y a los jóvenes en este campo del desarrollo tecnológico y de la comprensión de lo que es la tecnología, para a partir de allí irles enseñando una relación correcta con ella. Sobre todo en el diseño y uso de la tecnología se les debe ayudar a que tengan claramente una conciencia ética y a que no crean que ella les soluciona todos los problemas, ni que tampoco es un monstruo. Hay que tener cuidado, además, porque el poder que da la tecnología puede hacerlos pensar que son omnipotentes; algunos por eso creen que la tecnología es como el aprendiz de brujo que echa a andar unas fuerzas que luego no tiene cómo controlar.


Y en ese sentido nace lo que usted denomina la tecno-idolatría.


- Efectivamente, pienso que hay mucha gente que pareciera convertir a la tecnología en una especie de dios. Bien sabemos que no es así. Mucha gente confiaba a partir del desarrollo de la ciencia moderna, de la época de la Ilustración y sobre todo con el gran avance que comenzó a verse en el siglo XIX, que el desarrollo de instrumentos racionales, por el hecho de ser desarrollados por la razón, iba a conducir a consecuencias racionales beneficiosas para el ser humano. Pero qué sucedió: que en realidad la mayor racionalidad tecnológica nos puede conducir no a la racionalidad en favor del ser humano, sino a la irracionalidad, como por ejemplo las "fábricas de muerte" que fueron los campos de concentración, o las bombas atómicas que explotaron sobre Hiroshima y Nagasaki, muestras de la máxima irracionalidad en su expresión y en las consecuencias trágicas contra el ser humano. De manera que mucha gente frente a ello opina que el ser humano no puede ser indiferente, porque la racionalidad de la tecnología no lleva necesariamente a objetivos racionales. En el fondo de lo que se trata es de darle a la tecnología su lugar correcto en la vida del ser humano, afirmando claramente su dimensión ética.

 


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