Después de dos semanas de deliberaciones, propuestas y contrapropuestas, finalmente y ya en la madrugada del día de la clausura, surgió un primer bloque de acuerdos entre los asistentes, en la sesión plenaria del Protocolo de Kyoto, en parte debido al esfuerzo del presidente anfitrión, Felipe Calderón, y su canciller, Patricia Espinosa, presidenta de la Conferencia. Calderón parece empeñado en preparar por ahí su camino para cuando termine su ejercicio gubernamental en México. Las dificultades más graves las pusieron Japón y Bolivia. Los japoneses estuvieron en contra de la vigencia y prolongación de los acuerdos del Protocolo de Kyoto que expira en 2012. Se pudo apreciar que varias industrias de origen estadounidense asentadas en Japón fueron las protagonistas en las presiones sobre el gobierno japonés para adoptar una línea dura durante la Conferencia. Los acuerdos logrados en este bloque implican también la creación del "Fondo Verde" para ayudar a los países en desarrollo a combatir los efectos del cambio climático, administrados por el Banco Mundial, pero supervisados por un "comité independiente". De inmediato se aplicarán 30 mil millones de dólares y la cifra llegará en 2020 a 100 mil millones. Después de un segundo bloque de acuerdos, los de la Convención Marco para el cambio Climático, destacaron dos compromisos: 1.- El aumento de la temperatura de la tierra no rebasará los dos grados centígrados, y 2.- Las economías emergentes de Brasil, China e India rebajarán la emisión de gases contaminantes antes de 2020. Fue en esta sesión de clausura cuando se destacó la oposición radical del jefe de la delegación de Bolivia, Pedro Solón, canciller de su país en la ONU, que se quedó "solón" ante el acuerdo de los 193 delegados. Sus argumentos, así como las intervenciones del presidente boliviano, Evo Morales, fueron en el sentido de exigir la incorporación de sus argumentos, totalmente "ideologizados", sin aterrizaje técnico de ninguna índole, sobre el culto a la Pachamama y las fantásticas conclusiones de la IV Cumbre de los Pueblos Indígenas del Abya Yala, en Puno, Perú, en mayo de 2009, recicladas en Cochabamba, Bolivia, el pasado 22 de abril, durante el llamado Acuerdo de los Pueblos. Todo ello, según las tesis del nuevo socialismo del siglo XXI, en versión adaptada a los indígenas y sus "usos y costumbres ancestrales": "Principios y prácticas de equilibrio entre hombres, mujeres, Madre Tierra, espiritualidades, culturas y pueblos, llamados 'Buen Vivir/Vivir Bien', con prioridad de cultivos nativos, consumo interno, economías comunitarias y construcción de estados plurinacionales, comunitarios fundamentados en el auto gobierno". En la típica visión dialéctica revolucionaria, Morales contrapuso el "socialismo verde, al capitalismo verde", pidiendo cambiar la vieja consigna de "patria o muerte" por "o muere el capitalismo o muere el planeta". Finalmente presentó una nueva "doctrina" de vida basada en cuatro principios: 1.- Vivir bien, no vivir mejor; 2.- Compartir, no competir; 3.- Impulsar no sólo la lucha de clases, sino la defensa del planeta, para vivir en armonía con la Madre Tierra; y 4.- Vivir con dignidad, pero sobre todo con igualdad". Cuando el canciller Solón refrendó estos argumentos en la plenaria final, los delegados de Japón y Estados Unidos se sorprendieron de cómo algunos asistentes pensaron que Bolivia era su esquirol para sabotear los acuerdos de la Cumbre. Por su parte, el ahora llamado "teólogo de la ecología", Leonardo Boff, presente en Cancún con las organizaciones no gubernamentales, se trasladó a la Ciudad de México y, en la parroquia de San Pedro Mártir, ante un grupo de sus seguidores, se pronunció en contra del Papa Benedicto XVI, descalificándolo por "su capacidad para gobernar la Iglesia". Luego, en la Casa Lamm, según reporta CENCOS, hizo el elogio de la "Gaia" (la madre tierra considerada un ser vivo que hay que respetar y cuidar), señalando que "no está en peligro de muerte, sino que está en un doloroso parto". Ya desde hace años Boff viene difundiendo esa extraña argumentación, desde la plataforma del llamado "Mercosur Religioso", con el que lo proveyó el presidente paraguayo Fernando Lugo, obispo católico renegado. Leonardo Boff abona desde la vertiente "religiosa" lo que Evo Morales hace desde la vertiente "política". La Pachamama y Gaia son la culminación ideológica de una nueva cosmovisión panteísta que tratan de implantar en América Latina envueltos en el "nuevo socialismo del siglo XXI" en lo político, y con la "teología india" en lo religioso. La velocidad a la que están rompiendo la identidad cultural y religiosa de América Latina no ha tenido precedente. Esto lanza un reto a la jerarquía de la Iglesia Católica para que se aplique enérgicamente al proyecto de nueva evangelización al que convocó Juan Pablo II y remarca con insistencia Benedicto XVI. 03ENE11 |