"Pobre para los pobres - La misión de la Iglesia"
Es el título de libro del Cardenal Gerhard Ludwig Müller con el prefacio del Papa Francisco
(RV).- “Pobre para los pobres – La misión de la Iglesia”. Así se titula el libro del Cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, que recopila algunas intervenciones junto a las contribuciones del Sacerdote Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la Teología de la liberación, y de Josef Sayer.
El volumen, editado por la Librería Vaticana y presentado el pasado 25 de febrero en Roma, contiene el prefacio del Papa Francisco, quien exhorta a poner en práctica, con coraje, la solidaridad. Pobreza, riqueza y solidaridad son los temas que afronta el Papa Francisco en su prefacio, en el que escribe que “todos somos preciosos para todos”. El Santo Padre reflexiona preguntándose ¿quién no siente malestar al afrontar la palabra “pobreza”? Al recordar que hay tantas formas de pobreza: físicas, económicas, espirituales, sociales y morales, el Pontífice afirma que el mundo occidental identifica la pobreza ante todo con la ausencia de poder económico, enfatizando negativamente este estado.
Sin embargo, prosigue, cuando el hombre es educado a reconocer la fundamental solidaridad que lo liga a todos los hombres, tal como nos lo recuerda la Doctrina social de la Iglesia, entonce sabe bien que no puede tener para sí mismo los bienes de los que dispone. Cuando vive habitualmente en la solidaridad, el hombre sabe que lo que niega a los demás y tiene para sí, antes o después se volverá contra él. Porque, en el fondo, a esto alude Jesús en el Evangelio, cuando dice que no debemos amontonar tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen (Cfr. Mt, 6, 19-20; Lc, 12, 33). Mientras cuando los bienes de los que se dispone son utilizados, no sólo para las propias necesidades, sino que se difunden, entonces se multiplican y dan con frecuencia un fruto inesperado. El Papa también agradece al Cardenal Gerhard Ludwig Müller porque con este libro ha querido llamar la atención sobre este tema. Y manifiesta su seguridad de que quien leerá estas páginas, de alguna manera se dejará tocar el corazón y sentirá surgir dentro de sí la exigencia de una renovación de la vida. “Y bien, sepan, amigos lectores – concluye Francisco – que en esta exigencia y en esta vía, me encuentran desde ahora con ustedes, como hermano y sincero compañero de camino”.
La reflexión del Cardenal Gerhard Ludwig Müller parte de la amistad, nacida en Perú, con el Padre Gustavo Gutiérrez. En esta nación, el Purpurado experimentó lo que significa una Iglesia pobre para los pobres. Y precisamente a partir de esta experiencia concreta de la cercanía con los hombres para los cuales el Padre Gutiérrez desarrolló la Teología de la liberación, “se imponía cada vez más claramente ante mis ojos – escribe en su libro el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe – lo que esto representaba en su corazón, a saber “el encuentro con Jesús”, que no es el “anunciador de una mística separada de toda referencia con el mundo”, sino que en su enseñanza está la unidad entre la dimensión trascendente y la inmanente. “La auténtica teología de la liberación – afirma el Purpurado – demuestra que, en verdad, sólo Dios, Jesús y el Evangelio pueden tener un papel auténtico y duradero para la humanización del mundo”.
Al entrevistar al Cardenal Müller, el Purpurado nos ha dicho que estuvo en Perú en 1988. Y explicó que durante un seminario habló con el Padre Gustavo Gutiérrez de la Teología de la liberación, de la situación de los países en América Latina, que es muy diferente de la europea. Sin embargo, dijo, pertenecemos a la Iglesia Universal, y por esto es sumamente importante el intercambio de las diversas experiencias, de las diversas biografías que existen en la Iglesia. Porque la humanidad forma una sola familia humana, sobre todo la Iglesia, y por este motivo es necesario este intercambio de ideas y de experiencias para perseguir el único objetivo que existe para todos los hombres, a saber, la vocación divina, puesto que todos los hombres están llamados a ser hijos de Dios.
Ante la pregunta sobre el significado auténtico de la teología de la liberación, que es diverso del marxismo y del liberalismo, el Cardenal Müller respondió que la teología no es una ideología, un pensamiento hecho sólo de una idea humana, sino que la teología reacciona ante la Palabra de Dios. Dios con su Palabra nos da la salvación; sólo Dios puede salvar a los hombres. Por esta razón, las ideologías políticas – tanto de izquierda como de derecha, del comunismo, del nacionalsocialismo o del fascismo – no pueden salvar a los hombres; al contrario han causado tantas guerras y persecuciones. Y esto es prácticamente la prueba de que las ideologías no pueden añadir nada. Sino que sólo la Palabra de Dios puede salvar a los hombres. Por lo tanto, la teología de la liberación es una teología de la Palabra de Dios y no una ideología.
En la presentación del libro, también el Padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y el Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, Arzobispo hondureño de Tegucigalpa, destacaron que la Iglesia debe ser “samaritana”. Tema que ha sido retomado también por el mismo Padre Gustavo Gutiérrez, quien con sus 85 años de edad, también estuvo presente en este encuentro. La misión de la Iglesia es el anuncio del Evangelio, pero también está la parte del servicio – subrayó el fundador de la teología de la liberación – poniendo de manifiesto la importancia de salir de sí mismo para hacer “prójimos” a los demás, especialmente a los pobres.
(María Fernanda Bernasconi – RV).