El Primer Canto Cristiano
La música en la Sagrada Escritura
Autor: Martín Jesús Pacheco Ochoa y Juan Pablo Pira Martínez | Fuente: Catholic.net
Incursionar en el desarrollo de la Música Sagrada, nos lleva primeramente a pensar acerca de cómo serían los primeros cantos de la cristiandad, los textos, sus melodías. Nuestra primera fuente, por lo tanto, es la Sagrada Escritura.
FUENTES BÍBLICAS
Leyendo los evangelios descubrimos que el mismo Señor Jesús en unión de sus apóstoles oró cantando. Se narra que lo hizo durante la última cena (Mc 14, 26)
“Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos”
Y seguramente lo hizo así cada vez que celebró la Pascua a la usanza Judía.
Los textos
En las reuniones de las primeras comunidades cristianas, predominó el uso de textos provenientes del Pentateuco, los Profetas, los libros Sapienciales, los Salmos, pero interpretados y entendidos ya en “clave cristológica”. Pero también a través de las cartas apostólicas, y más específicamente de las de Sn Pablo, recibimos datos de la práctica musical de la naciente Iglesia. Destaca su exhortación a alabar a Dios con “salmos, cánticos e himnos espirituales...” (Col 3, 16), así como la inclusión de los textos de algunos de ellos, ya de composición eclesial, insertados en el cuerpo de sus cartas. Estos son prueba fundamental de la vitalidad musical de las primeras comunidades cristianas. Como es de comprenderse, las melodías precisas se han perdido, pero podemos señalar con absoluta certeza que estos textos estaban destinados a cantarse.
Como ejemplo tenemos:
1. Filipenses 2, 6 y siguientes:
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
2. Efesios 5, 14 ss: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo”
...porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
3. Colosenses 1, 12-20: “Él es imagen de Dios invisible, primogénito de la creación...”
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
4. Apocalipsis 5, 9ss: “Eres digno de abrir el libro y romper sus sellos, porque fuiste degollado, y compraste para Dios con tu sangre, hombres de toda raza...”
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
No tenemos entonces ninguna duda que, desde un principio, nuestros hermanos en la fe usaron estos y otros textos, además de otras expresiones como "aleluya", o "amén".
Lo dicho hasta aquí concierne únicamente a los textos. Pero, ¿qué podríamos decir acerca de sus melodías o de la música empleada en la naciente liturgia?
FUENTES Y TEXTOS NO BÍBLICOS
Asimismo, en el principio de la Iglesia fueron componiéndose cantos e himnos inspirados en la tradición y enseñanza de los Apóstoles, que posteriormente, por su valor teológico y celebrativo fueron insertándose en la liturgia. Pasemos a dar cuenta de dos de los más importantes, el Sanctus y el Gloria.
El Sanctus
El canto del Sanctus está inspirado en el pasaje de Isaías 6,1-4: junto a Apocalipsis 4,2-8, Evoca la imagen de Dios sentado en su trono, rodeado de la incesante liturgia celestial que aclama su santidad.
El Sanctus tiene su origen en la tradición judía de la sinagoga, concretamente en la oración de la mañana (Keduscha) que rezaba este trisagio. La Iglesia primitiva, hacia finales del Siglo I lo vincularía en su oración matutina como himno dirigido a Dios todopoderoso, para después llegar a entenderlo como himno dirigido a Cristo.
«De origen oriental, parece datar de fines del siglo II, pero antes de ser aceptado por la liturgia estaba muy en uso en la piedad privada, como himno en honor a Cristo» (Antonio Alcalde)
Escritos de los Padres de la iglesia dan cuenta de la estimación alta que le guardaban a este himno, comentándolo e incluyéndolo en sus alocuciones y cartas. De entre ellos se cuenta a San Clemente (año 97) y Tertuliano (160-220).
Sin embargo no fue sino hasta el siglo IV que fue incluido en el rito de la Misa, primeramente en Oriente como se atestigua en la anáfora de Serapión (350), las catequesis de san Cirilo de Jerusalén y de san Juan Crisóstomo de Antioquía, y el libro VIII de las Constituciones apostólicas (380)
El Gloria
La versión que actualmente conocemos se fue gestando desde el S II. En ese entonces los primeros cristianos le usaban como oración matutina. Junto con el “Te Deum” es de los primeros Himnos no sacados de la Sagrada Escritura, sino nacidos del fervor de los primeros siglos. Se les consideraba de poco valor artístico, pero estaban empapados de la fe espontánea de los primeros creyentes. Tuvo que vencer una fuerte corriente contraria hacia los siglos IV y principios del siglo V, para luego finalmente ser admitido en la liturgia hacia fines del siglo V.
Las melodías
Podemos intuir con mucha certeza que estos cantos debieron tener elementos musicales propios de los neo cristianos conversos, principalmente los judíos, los griegos (cultura dominante) y los de otros pueblos de Asia menor. Podemos asegurar que emplearon ante todo la declamación melódica de los salmos, a manera de “moldes de cantilación” o “recitación con música”. Estas sencillas melodías eran llamadas “melodías centónicas” Se especula también que fueron incluidos cantos modelados sobre himnos paganos, a los cuales fueron adaptados textos cristianos.
En cuanto a las formas de ejecución, tenemos testimonios del uso de la forma “responsorial” y “antifonal” también procedentes del judaísmo. En la forma “responsorial”, un cantor entonaba el texto sagrado, y la asamblea respondía con algunas aclamaciones como: Amén y Aleluya. La forma “antifonal” consistía en la ejecución alternada de los cantos “a dos coros” o divisiones de la asamblea.
Desafortunadamente no se han conservado dichas melodías, aunque recientemente, y gracias al trabajo de expertos musicólogos, ha sido posible una reconstrucción aproximada del estilo.
Características del 1er Canto cristiano
· Textos tomados del Antiguo testamento (del Pentateuco, los Profetas, los libros Sapienciales, los Salmos , interpretados ya en “clave cristológica”
· Textos tomados de la enseñanza y predicación apostólica o inspirados en ella
· Características musicales tomadas de la música hebrea y griega con líneas melódicas simples llamados “melodías centónicas”, semejantes a nuestra actual salmodia gregoriana.
· El canto en un principio, consistía únicamente en una declamación acentuada del texto sagrado (canto silábico).
· Fueron utilizadas la forma “responsorial” y la “antifonal” de la ejecución melódica, ambas heredadas del judaísmo.
Persecusiones y dispersión de las comunidades
Hacia el año 41 sobrevino la persecusión de Herodes Agripa. Los primeros cristianos comenzaron a huir, trayendo como consecuencia que a lo largo de los primeros 3 siglos de Cristianismo, se formaran y consolidaran muchas comunidades cristianas. En oriente las principales fueron Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Grecia y Bizancio y en occidente Milán y Roma. Cada uno de estos centros comenzó a crear su propia liturgia, o forma de realizar los actos religiosos. Fue cuestión de tiempo que el cristianismo se expandiera por todo el occidente europeo.