"Que nadie llame a María, Madre de Dios....
ella es una mujer, y es imposible que Dios nazca de una mujer”.
Esta afirmación hecha en el año 428 por un sacerdote llamado Anastasio, en la catedral de Constantinopla, sorprendió y estremeció a la multitud de fieles que escuchó como se negaba una verdad reconocida hacia mucho tiempo: María es madre de Dios.
El pueblo escandalizado comenzó a abandonar la Catedral y le pidió a su obispo, el Patriarca Nestorio, que se pronunciase. Este respondió dándole la razón al monje Anastasio y acrecentó: María es madre de la naturaleza de Cristo, pero no podemos llamarla madre de Dios.
Fue así, que su doctrina se empezó a difundir rápidamente por oriente medio, hasta que llegaron los textos de sus homilías a manos de San Cirilo, obispo de Alejandría en Egipto. Este Santo decidió escribir a Nestorio para tratar de explicarle su error. Sorprendido, recibió como respuesta unas cartas en tono elevado, reafirmando todas sus ideas.
San Cirilo, decidió poner al tanto al Papa San Celestino I, para que tomara cartas en el asunto, pero ya Nestorio le había escrito al Papa queriendo ganar su favor. Para resolver el problema el Santo Padre convocó un sínodo de obispos y leyendo atentamente los argumentos, definieron que Nestorio se había apartado de la fe, al negar la maternidad divina de María y al afirmar que en Jesús habían dos personas.
Para calmar los ánimos, el Emperador de Constantinopla Teodosio II, pidió al Papa, convocar un Concilio para definir con precisión el problema, y acabar con la discusión.
Se convocó un Concilio en la ciudad de Éfeso, Presidido por San Cirilo, en la ciudad donde había vivido la misma Santísima Virgen, junto a San Juan. La multitud de fieles esperaba ansiosa escuchar la respuesta en favor del dogma mariano.
El concilio finalmente decretó que en Jesucristo hay dos naturalezas una humana y otra divina, y que hay solo una persona, así pues, María es madre de esa persona que es Dios y hombre.
El pueblo exultante de alegría partió en procesión hacia la Iglesia de Santa María al grito de: “¡Theotokos!” -Madre de Dios- a fin de festejar la sentencia de la maternidad divina.
Finalmente las doctrinas de Nestorio fueron declaradas contrarias a la Fe Católica.
Ernesto William Rojas D.
Analisis y desarrollo