Revolución Cultural ?
Pbro. Eduardo hayen
Revista Cultura Cristiana, junio 2011-07-05
Desde hace algunos años la sociedad ha percibido la fuerza que el movimiento a favor de los derechos de los homosexuales ha cobrado en el mundo. La estrategia del lobby gay ha ido avanzando, desde la conquista de la simpatía social por parte de las personas con tendencias homosexuales, hasta la aceptación de la homosexualidad como un estilo de vida con posibilidad de matrimonio y de adopción de niños. Estamos ante la revolución cultural más grande y peligrosa de todos los” tiempos. Su fundamento -débil como las arenas movedizas- es la ideología de género.
La teoría de género, que hoy difunden velozmente por el mundo los maestros del error, pretende eliminar las diferencias sexuales entre hombre y mujer para enseñarnos que toda conducta sexual es so-cialmente aprendida, que no existe una naturaleza masculina y otra femenina, y que podemos desplazarnos de un género a otro haciendo uso de nuestra libertad.
Este nuevo concepto de libertad, que no se fundamenta en la verdad ni en el bien, sino en la mentira y el capricho, es parte de esta revolución cultural.
Políticos como Bill Clinton y Ba-rack Obama, artistas como Ricky Martin y Elton John, además de un sinfín de académicos y profesores universitarios, organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos, con orquestación de la misma ONU, son difusores de este movimiento cultural que pretende crear una nueva definición de lo que es el hombre, su libertad y su dignidad, la sexualidad, el matrimonio, la familia, el progreso y la sociedad. Como marionetas que no se percatan de los hilos que las mueven, las nuevas generaciones están siendo adoctrinadas hasta por los mismos sistemas educativos, además de los medios, claro, en esta nueva ideología.
Sin embargo, la misma ideología de género está creando problemas y una gran confusión. Hace unos años se identificaban cinco géneros diversos: heterosexual masculino y femenino, gay, lésbico y bisexual. Luego fue añadido el género travestí. Pero con el paso del tiempo se fueron agregando otros más a la lista: transexual, intersexual, andrógeno, hermafrodita, cross dresser, drag king, drag queen, pansexual, pangénero, tercer género y otros. Algunas comisiones nacionales de derechos humanos llegan hoy a reconocer hasta más de 20 géneros distintos. Y todos reclaman sus derechos y su reconocimiento legal en la sociedad.
La teoría de género enseña que las diferencias sexuales entre el hombre y la mujer deben eliminarse para construir una nueva sociedad en la que los sexos no tengan poder unos sobre otros. Es la sustitución de la lucha de cl.ases por la guerra de sexos. Además la maternidad se considera como una desventaja y hasta una injusticia para las mujeres, por ser sólo ellas las que traen los niños. Hay que liberar, por tanto, a las mujeres de la maternidad a través de grandes campañas a favor de la anticoncepción y el aborto. El movimiento pretende que toda la sociedad adopte esta nueva visión del hombre y del mundo, o de lo contrario tenga que enfrentar a la policía y a la fuerza del Estado.
La mayor parte de la sociedad ignora lo que está en juego. A la Iglesia católica se le trata de marginar para que no difunda la verdad sobre el hombre, la familia y la vida humana -doctrina que puso los cimientos de la civilización occidental- y mucho menos advierta sobre las consecuencias de esta peligrosa ideología para el futuro de la humanidad.
San Pablo en el capítulo primero de su Carta a los Romanos escribe sobre la progresiva corrupción moral que puede ocurrir a quienes se consideran sabios, según la sabiduría de este mundo. Señala que estas personas suelen ofuscarse en sus razonamientos y el corazón se les queda en tinieblas. Tales individuos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador”. Y continúa diciendo que “por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Rom 1,25-27).
La Iglesia católica, fiel a la Revelación divina y a la ley natural, deberá seguir educando a sus hijos en la verdad perenne sobre el hombre y la familia, al mismo tiempo que deberá desenmascarar la falsedad de esta ideología que ha puesto en peligro las mismas bases de la sociedad y su futuro. Aunque tenga que hacerlo nuevamente desde las catacumbas.