viernes, julio 08, 2011

Las herejías sobre Cristo (XIV)

Estudiamos en este capítulo dos herejías muy distintas. Una, la de los Mormones, es relativamene reciente y parece estar dedicada a ensalzar el papel de líder mundial de los Estados Unidos, la “nueva Jerusalén” que deberá regir el mundo durante mil años. La otra, en cambio, es la más antigua de las que existen: los Nestorianos, y niega la divinidad de Jesucristo

 

Mormones:

 

Se conoce como “mormones” a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, que procede del Libro de Mormón, pretendidamente descubierto y publicado por Joe Simth, fundador de la Iglesia mormona, en 1830.
Todo comenzó en 1823 cuando Smith, que entonces contaba dieciocho años, dijo que se le había aparecido el ángel Moroni o Mormón y le había revelado la existencia de unas placas de oro enterradas en la colina de Cumorah, cerca de Palmira, en el Estado de Nueva York, que contenían jeroglíficos egipcios de una importancia histórica y religiosa capital. Guiado por el ángel, Smith aseguró haber descubierto el misterioso depósito sagrado el 22 de septiembre de 1827. El tesoro conteía dos cristales que sirvieron para descifrar el texto de las placas. Una vez descifrado, el ángel se llevó las placas y los cristales, que, por lo tanto, sólo Simth pudo ver. Éste, entonces, se dedicó a dar a conocer el libro que los cristales habían traducido y que estaba en su poder, el Libro de Mormón.
El libro contenía extrañas revelaciones y establecía la vinculación entre la historia bíblica y Estados Unidos. Se aseguraba allí que dos mil doscientos años antes de Jesucristo se había establecido en Estados Unidos un pequeño grupo judío procedente de Babilonia y que luego llegaron más, en los años 600 y 590 antes de Cristo, aunque éstos procedían de Palestina y se establecieron en Chile. El propio Cristo, después de su resurrección, habría ido a América para adoctrinar a los descendientes de aquellos judíos, pero hacia el año 385, éstos -llamados Nefitas- fueron destruidos por una tribu rival, la de los Lamanitas. Los Nefitas, antes de desaprecer, habrían escrito el libro que Smith encontró en la colina de Cumorah. Smith debía reconstruir la verdadera Iglesia, pues la segunda venida de Cristo era inminente. Afirmó que había sido ordenado sacerdote secretamente nada menos que por el propio Juan Bautista. Curiosamente, empezó a tener adeptos y en 1831 anunció que había recibido la orden de edificar la Nueva Jerusalén en Kirtland, Ohio.
Smith fundó también un Banco, pero para desgracia suya quebró y llegó a ser acusado de estafa premeditada. Eso le llevó a abandonar Kirtland e ir a Nauvoo, Illinois. Entonces anunció que la poligamia era querida por Dios y dio ejemplo de ello, con lo cual atrajo a muchos prosélitos. También les dio mala reputación, junto con los escándalos financieros, que se sucedían. Smith llegó incluso a aspirar a la presidencia de Estados Unidos en 1844. Entonces fue acusado de inmoralidad por predicar y practicar la poligamia y fue encarcelado, junto con su hermano; tres días después, la cárcel fue asaltada y los dos hermanos fueron asesinados.
Brigham Young, un carpintero de cuarenta y tres años, sucedió a Smith en la jefatura de la Iglesia. Murió a los 77 años, dejando una gran fortuna, diecisiete esposas y cincuenta y seis hijos. Para huir de la persecución, unos quince mil miembros de la secta se dirigieron al Oeste y se establecieron en Utah, donde fundaron su definitiva capital, Salt Lake City. Young se dedicó a organizar un Estado autónomo que fuera reconocido por el Gobierno de Estados Unidos, lo cual sucedió en 1895, a cambio de renunciar a la poligamia.
Los mormones están dirigidos por un presidente elegido (profeta, vidente, intérprete de la revelación), aunque no faltan tensiones con los descendientes de Joe Smith, que reclaman el derecho de sucesión. El presidente está asistido por dos consejeros y doce apóstoles. La jerarquía cuena con sacerdotes divididos en dos grados: los sacerdotes de Aarón (de 12 a 18 años) y los sacerdotes de Melquisedec (de 19 a 27 años); dispone también de un buen número de predicadores de ambos sexos. La secta es muy rica, pues todos sus miembros entregan el diezmo de sus ingresos; enseñan a los niños, desde pequeños, el conocimiento de Dios, la concepción religiosa de la vida y la práctica de virtudes humanas como la diligencia en el trabajo y el espíritu de sacrificio, así como la renuncia al alcohol, al tabaco, al café, a las drogas, a la vez que les ejercitan en el deporte.
Niegan la Trinidad, el pecado original y consideran una herejía el bautismo de los niños. Su “eucaristía” es simbólica y con pan y agua -no con vino-. Creen que Estados Unidos tiene la misión divina de gobernar el mundo durante mil años.

Nestorianos:

 

 La herejía nestoriana es la más antigua de cuantas existen. Posiblemente fue un monje nestoriano quien enseñó el cristianismo a Mahoma, lo que explicaría el acento “nestoriano” de la doctrina del Corán acerca de la persona de Jesús.
Nestorio era un monje cristiano nacido en Siria. En el año 482 accedió a la sede episcopal de Constantinopla, siendo emperador Teodosio II. Influido por los escritos de Teodoro de Mopsuestia y por los sermones del presbítero Anastasio, Nestorio llegó a la conclusión de que Jesús no era Dios y la Virgen, por lo tanto, no podía ser llamada Madre de Dios. El Verbo (la segunda persona de la Santísima Trinidad) se había unido al hijo de María, posteriormente a su nacimiento, como el que entra en una habitación, para estar en ella una temporada; se trataba no de la encarnación sino de una especie de “posesión” temporal del cuerpo de Jesús, un hombre normal y corriente, por parte de Dios. Nestorio negaba también que el Hijo de Dios hubiera sufrido la tortura de la cruz y la posterior muerte.
A Nestorio le atacó enseguida Cirilo, patriarca de Alejandría. Como no consiguió que se retractara de su herejía, escribió al Papa, poniéndole en guardia. Cirilo defendía la doctrina tradicional: Cristo era Dios verdadero y hombre verdadero. Nestorio decía que en Cristo había dos naturalezas -lo que es verdad-, pero también dos personas distintas unidas en una sola carne -lo que es erróneo. La doctrina católica confiesa que en Cristo hay dos naturalezas en una sola persona -la persona divina-, en virtud de la unión hipostática. El Papa San Celestino convocó un Sínodo en Roma, en agosto del 430, que confirmó la doctrina de Cirilo y condenó la de Nestorio. Éste recurrió al emperador, que convocó un Concilio en Éfeso, que comenzó el 7 de junio del 431 y fue el tercero de los ecuménicos. Los padres conciliares declararon que la doctrina defendida por Nestorio era blasfema y contraria a la fe de Nicea, excomulgando al hasta entonces patriarca de Constantinopla. Nestorio fue deportado al desierto de Libia, donde murió sin haber abjurado de sus errores.
Sus seguidores huyeron a Mesopotamia e Irán, donde encontraron una buena cogida. Sus comunidades se extendieron por todo el Oriente, llegando hasta la India y China. En las costas de Malabar los descubrieron los portugueses.
En el siglo XVI se produjo un cisma en ellos y muchos se pasaron al catolicismo, constituyendo la Iglesia caldea. Los pocos que quedaron están en las montañas del Kurdistán, aunque su pastor supremo reside en Estados Unidos

miércoles, julio 06, 2011

Revolución Cultural ?

Pbro. Eduardo hayen

Revista Cultura Cristiana, junio 2011-07-05

 

 

Desde hace algunos años la sociedad ha percibido la fuerza que el movimiento a favor de los derechos de los homosexuales ha cobrado en el mundo. La estrategia del lobby gay ha ido avanzando, desde la conquista de la simpatía social por parte de las personas con tendencias homosexuales, hasta la aceptación de la homosexualidad como un estilo de vida con posibilidad de matrimonio y de adopción de niños. Estamos ante la revolución cultural más grande y peligrosa de todos los” tiempos. Su fundamento -débil como las arenas movedizas- es la ideología de género.

La teoría de género, que hoy difunden velozmente por el mundo los maestros del error, pretende eliminar las diferencias sexuales entre hombre y mujer para enseñarnos que toda conducta sexual es so-cialmente aprendida, que no existe una naturaleza masculina y otra femenina, y que podemos desplazarnos de un género a otro haciendo uso de nuestra libertad.

Este nuevo concepto de libertad, que no se fundamenta en la verdad ni en el bien, sino en la mentira y el capricho, es parte de esta revolución cultural.

Políticos como Bill Clinton y Ba-rack Obama, artistas como Ricky Martin y Elton John, además de un sinfín de académicos y profesores universitarios, organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos, con orquestación de la misma ONU, son difusores de este movimiento cultural que pretende crear una nueva definición de lo que es el hombre, su libertad y su dignidad, la sexualidad, el matrimonio, la familia, el progreso y la sociedad. Como marionetas que no se percatan de los hilos que las mueven, las nuevas generaciones están siendo adoctrinadas hasta por los mismos sistemas educativos, además de los medios, claro, en esta nueva ideología.

Sin embargo, la misma ideología de género está creando problemas y una gran confusión. Hace unos años se identificaban cinco géneros diversos: heterosexual masculino y femenino, gay, lésbico y bisexual. Luego fue añadido el género travestí. Pero con el paso del tiempo se fueron agregando otros más a la lista: transexual, intersexual, andrógeno, hermafrodita, cross dresser, drag king, drag queen, pansexual, pangénero, tercer género y otros. Algunas comisiones nacionales de derechos humanos llegan hoy a reconocer hasta más de 20 géneros distintos. Y todos reclaman sus derechos y su reconocimiento legal en la sociedad.

La teoría de género enseña que las diferencias sexuales entre el hombre y la mujer deben eliminarse para construir una nueva sociedad en la que los sexos no tengan poder unos sobre otros. Es la sustitución de la lucha de cl.ases por la guerra de sexos. Además la maternidad se considera como una desventaja y hasta una injusticia para las mujeres, por ser sólo ellas las que traen los niños. Hay que liberar, por tanto, a las mujeres de la maternidad a través de grandes campañas a favor de la anticoncepción y el aborto. El movimiento pretende que toda la sociedad adopte esta nueva visión del hombre y del mundo, o de lo contrario tenga que enfrentar a la policía y a la fuerza del Estado.

La mayor parte de la sociedad ignora lo que está en juego. A la Iglesia católica se le trata de marginar para que no difunda la verdad sobre el hombre, la familia y la vida humana -doctrina que puso los cimientos de la civilización occidental- y mucho menos advierta sobre las consecuencias de esta peligrosa ideología para el futuro de la humanidad.

San Pablo en el capítulo primero de su Carta a los Romanos escribe sobre la progresiva corrupción moral que puede ocurrir a quienes se consideran sabios, según la sabiduría de este mundo. Señala que estas personas suelen ofuscarse en sus razonamientos y el corazón se les queda en tinieblas. Tales individuos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador”. Y continúa diciendo que “por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Rom 1,25-27).

La Iglesia católica, fiel a la Revelación divina y a la ley natural, deberá seguir educando a sus hijos en la verdad perenne sobre el hombre y la familia, al mismo tiempo que deberá desenmascarar la falsedad de esta ideología que ha puesto en peligro las mismas bases de la sociedad y su futuro. Aunque tenga que hacerlo nuevamente desde las catacumbas.

 

 

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