El Papa es el
obispo de Roma y sucesor de San Pedro, representante de Cristo y Pastor de toda
la Iglesia, que tiene potestad plena, suprema y universal y puede ejercerla
siempre con entera libertad ( Cat 882). Es también el principio y fundamento
perpetuo y visible de unidad en la Iglesia ( LG 23). Según San Gregorio Magno
es el Siervo de los Siervos de Dios.
Vicario de
Cristo.
El Papa es el
Vicario de Cristo, pero hay quienes creen que es la bestia de que habla el
Apocalipsis 13,18 y que lleva grabado en. su tíara el número de la bestia, el
666.
Algunos, como los
adventistas, dicen que lleva escrito en su tíara “Vicarius Filii Dei”, cuyo
valor numérico sería VICIVILIIDI = 666. Pero, por la misma regla de tres,
podríamos decir que lo es su fundadora Hellen Gould White, cuyo valor numérico
es LLVLDVVI = 666. Sin embargo, nunca al Papa se le ha llamado Vicarius Filii
Dei (Vicario del Hijo de Dios), sino Vicario de Cristo. Por otra parte, S.
Juan,
cuando escribe el
Apocalipsis, lo escribe en griego y no en latín.
El 666 podría muy
bien referirse al valor numérico de las palabras griegas César-Dios, ya que los
emperadores romanos fueron como bestias diabólicas que mataron miles de
cristianos. Y para evitar decirlo con todas las letras y que las autoridades
romanas tomaran represalias, si llegaban a leerlo; por eso, lo pone de un modo
simbólico.
Pero vayamos al
punto clave, ¿es verdaderamente Pedro la cabeza visible de la Iglesia, la
piedra fundamental, el vicario de Cristo en la tierra?. Algunos lo niegan,
porque dicen que no se puede poner otro fundamento que Cristo. Ciertamente que
Cristo es la Cabeza y el Centro y el fundamento primero de la, Iglesia, pero El
mismo quiso dejamos su representante visible, revestido de su autoridad en Pedro
y sus sucesores.
En Jn 21,15-17 le
dice: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (incluyendo
a los mismos apóstoles, pues le había preguntado inmediatamente antes: ¿me amas
más que estos?). En Mt 16,18-19 le dice: “Tu eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos y
lo que ates en la tierra será atado en los cielos y lo que desates en la tierra
será desatado en los cielos”. La primera vez que Jesús ve a Pedro ya le
indica su misión, cambiándole de nombre: “ Tú eres Simón, hijo de Juan,
tú te llamarás Kefas, que quiere decir piedra” (Jn 1,42). Por eso, en
Mt 16,18 Jesús juega con la palabra Kefas y le dice según el texto original: “Tú
eres Kefas y sobre esta Kefas edificaré mí Iglesia". Porque Pedro
y piedra es la misma palabra, indicándole así su misión: estaba destinado a ser
la roca, el fundamento de su Iglesia, que durará siempre, porque las puertas
(poderes) del infierno no podrán prevalecer contra ella. Por otra parte, Cristo
sabía que Pedro iba a morir, de ahí que este poder de las llaves del Reino de
los cielos debía continuar en los sucesores de Pedro.
Primero de los
Apóstoles.
Siempre que se
nombra a los apóstoles se nombra primero a Pedro, que en Mt 10,2 se le dice
expresamente el primero. Después de la resurrección, se le aparece a él solo
antes que a los demás apóstoles (Le 24,34; 1 Co 15,5). Cuando se habla de los
tres discípulos predilectos (Pedro, Santiago y Juan) siempre aparece Pedro el
primero ( Mt 17, 1; Lc 9,28; Mc 9,2; Hech 1,13 ). Las cuatro veces que aparece
la lista de los apóstoles en el N.T. siempre varía el orden de los demás
apóstoles menos el de dos: Pedro siempre el primero y Judas el último (Cf. Mt
10,24; Mc 3,16-19; Lc 6,14; Hech 1, 13). Cuando se habla en general del colegio
apostólico, también aparece Pedro el primero. Por ejemplo en Mc 1,36 dice: “Pedro
y los que estaban con él”. En Hech 2,14: “Pedro con los once”.
Cuando los
apóstoles son apresados, Pedro habla en nombre de todos (Hech 5,29). Es
detenido por Herodes Agripa como jefe de la Iglesia (Hech 12,3) y toda la
Iglesia oraba por él. El mismo ordena con su autoridad bautizar a los primeros
gentiles (Hech 10,48). En el concilio de Jerusalén es el primero que habla para
decidir la cuestión y Santiago lo apoya (Hech 15). Pablo va a Jerusalén a
conocer a Pedro (Gal 1, 18). Pedro toma la iniciativa en la elección de Matías
(Hech 1, 15). Habla ante el sanedrín (Hech 4,8) y predica como representante de
la Iglesia en Pentecostés, día que se considera como el nacimiento de la
Iglesia.
Ante tantos
argumentos ¿seremos capaces de negar su autoridad, porque no se dice en la
Biblia claramente que estuviera en Roma? ¿Acaso la Biblia lo niega? Al final de
su primera carta Pedro dice: “les saluda la Iglesia de Babilonia” (1 Pe 5,13) y
todos admiten que Babilonia significa Roma, como aparece claro en Apocalipsis
17 y 18; ya que la ciudad de las siete colinas de que habla no es otra sino
Roma (Ap 17,9). Además, ¿hay acaso alguna ciudad en el mundo que se haya
atribuido tener el sepulcro de S. Pedro? La estancia de Pedro en Roma está
atestiguada por todos los escritores antiguos.
S. Clemente Romano
en su carta a los Corintios el año 95 habla de que Pedro y Pablo fueron
víctimas de la persecución de Nerón (Co 6, l). S. Ignacio de Antioquía,
escribiendo a los cristianos de Roma, les dice: “no os mando yo como
Pedro y Pablo” (Romanos 4,3).
Lo mismo afirman
otros autores del siglo II y III como S. Ireneo, Tertuliano, Clemente de
Alejandría, Dionisio de Corinto, etc. Especialmente Tertuliano y el escritor
romano Gayo hablan del martirio de Pedro en Roma. Gayo incluso dice: “Yo
puedo mostrar los trofeos de los apóstoles. Si quieres ir al Vaticano o a la
Vía Ostiense, encontrarás los trofeos de los apóstoles que han fundado la
Iglesia” (cita de S. Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica VI,
14,6).