miércoles, julio 20, 2016

sábado, julio 16, 2016

LA LEYENDA DE LOS VOLCANES

Había una vez en la antigua capital de los aztecas, Tenochtitlán (en donde ahora está el inmenso valle de México), un emperador que era muy poderoso. Unos pensaban que era sabio, otros que parco en sus alabanzas. Pero el emperador gobernaba con firmeza y esplendor, manteniendo alejadas a las feroces tribus que vivían al otro lado de las montañas. Cuando el emperador estaba en la mitad de su vida, la emperatriz le dio un heredero para su rico reino. Era una linda y encantadora niña, a la que llamaron Ixtla. El emperador y la emperatriz la querían mucho y, como era su único hijo, la preparaban para que reinara cuando ellos murieran. A Ixtla nunca le faltaban amigos, porque era una niña linda y cariñosa. Y cuando creció, se enamoró. Para la mayoría de las muchachas esto era un acontecimiento feliz, pero para la pobre Ixtla, no lo fue. Su padre, que desconfiaba de todos, deseaba que ella reinara sola cuando él muriera; y le había prohibido que se casara. Ixtla amaba a un guerrero al servicio de su padre, un fuerte y bello joven llamado Popocatépetl. Ambos se amaban más de lo que podría decirles, y, aunque eran muy felices cuando estaban juntos, sabían que la verdadera felicidad no llegaría hasta que se casaran y tuvieran hijos. A pesar de sus súplicas, no podían convencer al emperador: Ixtla nunca se casaría. Cuando el emperador ya era muy viejo, cayó enfermo. En ese fatídico momento las tribus enemigas del otro lado de las montañas se lanzaron sobre su reino y atacaron a sus súbditos. Sin un jefe prudente que los guiara, los soldados del emperador retrocedieron ante el ataque, hasta que todo lo que quedó de aquel gran imperio fue la ciudad de Tenochtitlán. El emperador, enfermo, no podía designar un general que guiara a sus hombres en el combate, porque en ninguno confiaba lo suficiente. Pero sabía muy bien que si seguía pasando el tiempo y no tomaba una decisión, pronto no existiría imperio para él ni para su hija. Entonces, lanzó una proclama: quien consiguiera vencer al ejército enemigo y lograra expulsarlo de sus dominios se casaría con su hija y regiría junto a ella los destinos del imperio. Ixtla sintió miedo al conocer la decisión de su padre. Temía que otro valiente guerrero, y no su amado Popocatépetl, consiguiera vencer a las tribus enemigas. Prefería morir a casarse con otro. Los soldados, al conocer la noticia, cobraron nuevos ánimos. Casarse con la princesa y regir el imperio era un premio tentador. Todos redoblaron su ardor y su astucia. Nunca antes se habían visto guerreros tan esforzados en el campo de batalla. Pero la guerra fue larga y dura. Para entonces, las feroces tribus del otro lado de las montañas se atrincheraron en el lago de Texcoco, ante las murallas de Tenochtitlán. Murieron muchos valientes, atravesados por los afilados machetes de obsidiana o por las lanzas. Muchos fueron también los soldados que sobresalieron por su valor en el campo de batalla. Sin embargo, hubo uno que dobló su valentía a todos los demás y que logró sobrevivir. Era Popocatépetl, el único amor de la linda Ixtla. Al final, fue él, protegido por su grueso acolchado, empapado de sudor, quien dirigió el ataque más fuerte en la derrota del ejército enemigo y los expulsó del valle. Con gran regocijo, todos los soldados aclamaron como jefe a Popocatépetl. Tras descansar una noche de su enorme esfuerzo, se dispusieron a llevar estas felices noticias al emperador. Pero había algunos soldados malos que tenían envidia de Popocatépetl. Sin quedarse a descansar aquella noche, salieron sin ser vistos y al amanecer estaban ante el emperador. Y las noticias que le dieron fueron que, a pesar de que el ejército del emperador había logrado ganar la guerra, su jefe, Popocatépetl, había sido abatido en combate. En cuanto el emperador oyó esta noticia, ordenó que el cuerno del héroe le fuera llevado para tributarle unas honras fúnebres adecuadas. Pero los malvados soldados dijeron que Popocatépetl había muerto a orillas del lago Texcoco y había caído al agua. Pronto llegaron a oídos de la princesa Ixtla estas falsas noticias. Nada de lo que dijeran o hicieran su padre o su madre podía mitigar su dolor. Lloró y lloró, y enceguecida por el dolor, tomó un poderoso veneno dispuesta a terminar con su vida. No deseaba seguir viviendo sin su amado Popocatépetl y, al poco, exhaló su último aliento. En el preciso momento en que moría, el victorioso desfile con Popocatépetl al frente llegaba a las puertas de la ciudad. victoriosos soldados avanzaban por las calles de la ciudad entre los vítores de la multitud, en dirección al palacio del emperador. Triunfante, Popocatépetl anunció al emperador la buena noticia de la victoria. Con lágrimas de alegría en sus mejillas, pidió la mano de la princesa. El emperador bajó la cabeza apenado. Contó al valiente guerrero las noticias falsas que le habían dado los malvados soldados, la reacción de su hija al conocer la falsa muerte Popocatépetl y su muerte poco antes de que él llegara. El rostro tranquilo del joven se puso pálido; hizo salir a aquellos falsos profetas de su destino y los desafió a todos a un combate singular: en presencia del emperador y de todos los victoriosos soldados, se batió en duelo con ellos y mató a todos aquellos hombres envidiosos. Nadie hizo el menor gesto para detenerlo. Realizada esta tarea, se dirigió a la habitación donde yacía el cuerno de Ixtla sobre el lecho, en el reposo de la muerte. Con increíble delicadeza la tomó en sus brazos y salió del palacio y de la ciudad. Nadie hizo el menor gesto para detenerlo. Después de alejarse de la ciudad, se detuvo e hizo señas a los soldados que le habían seguido en su duelo. Les ordenó construir una pirámide gigantesca con todas las piedras que encontraran en la llanura. Los hombres trabajaron duro y rápidamente, mientras Popocatépetl permanecía de pie ante ellos, con el cuerpo muerto de la princesa en brazos. Al ponerse el sol, el inmenso edificio estaba terminado. Se alzaba blanco e inmaculado, deslumbrante entre los moribundos rayos del sol. Lentamente, Popocatépetl subió solo, llevando el cuerpo de su amada. En la cima depositó con suavidad el cuerno de Ixtla, la princesa a la que tanto había amado.Aquella noche durmió junto a la silenciosa tumba. Al alba, se dirigió a sus fieles soldados: — Levantad ahora otra pirámide junto a ésta, un poco más alta que la primera, para que pueda ver la tumba de mi amada. Con las luces púrpuras del atardecer la segunda gran pirámide estaba terminada y Popocatépetl inició su solitario ascenso de aquella mole de piedra, llevando esta vez una antorcha encendida. Al llegar a la cumbre, los soldados vieron desde abajo el humo ceniciento y la brillante llama roja iluminando la oscuridad de la noche. Poco a poco, el humo se volvió malva; después rojo fuerte, el color de la sangre. Popocatépetl permaneció allí, alto y orgulloso, sujetando su antorcha en memoria de la linda Ixtla, que había muerto por su amor. Llegaron las nieves, los años pasaron y las pirámides de piedra se convirtieron en montañas de cumbres blancas. Y allí están todavía. La del norte de Tenochtitlán es llamada Ixtla, Iztaccihuatl, la Mujer Blanca; la del sur, un poco más alta y todavía humeante, es llamada Popocatépetl, la Montaña Humeante. (ignoro el autor)

miércoles, julio 13, 2016

Musulmanes consiguen que no se puedan tocar las campanas de algunos templos cristianos en el Reino Unido


SE QUEJAN DEL RUIDO

Musulmanes consiguen que no se puedan tocar las campanas de algunos templos cristianos en el Reino Unido

Son una minoría pero han conseguido que Mohamed sea el nombre más popular del Reino Unido. Y han llevado su pulso contra un viejo país cristiano hasta el extremo de prohibir que las campanas de sus templos puedan tañir libremente. En barrios enteros de ciudades inglesas solo impera la ley islámica.
13/07/16 8:28 AM | Imprimir | Enviar
(Actuall) Los cristianos en Inglaterra se encuentran bajo un ataque constante. Sus detractores son los musulmanes radicales, quienes con sus denuncias han logrado que varias iglesias locales no puedan hacer sonar las campanas el domingo y que no puedan entonar cánticos de alabanza a Dios al considerarlos una falta de respeto a otras comunidades.
El Centro Jurídico Cristiano, una organización inglesa para la defensa de los cristianos en la vida pública, ha denunciado los problemas que están teniendo varias iglesias británicas por las denuncias de vecinos musulmanes para que no emitan ningún tipo de sonido en los cultos de los domingos.
El caso más reciente ha sido en la iglesia ‘All Nation Centre‘ situada en el barrio de Kensington (Londres) cuando varios vecinos musulmanes se quejaron del ruido que provenía de la iglesia por lo que demandaban que «se silenciara de manera inmediata porque no respetaban el resto de costumbres de los vecinos no cristianos».
La iglesia ha estado en activo 45 años, pero la orden de reducción de ruido se emitió sin previo aviso y sin posibilidad de réplica. A pesar de que la orden ya ha entrado en vigor, ‘All Nation Centre» ha contado con la ayuda del abogado del Centro Jurídico Cristiano, Onn Sein Kon quien alarmado por los crecientes ataques a las iglesias, ha decidido llevar ante el juez este caso.
«Lo que realmente está pasando es la acción de los radicales para tratar de restringir la libertad de expresión y la libertad cristiana en este país. Haremos todo lo que podamos en el Centro Jurídico Cristiano para defender a los cristianos ante tal discriminación», afirma el abogado para el medio Beliefnet.
Sein Kon asegura que el número de iglesias denunciadas que acuden a la organización va en aumento y confirma que las denuncias proceden la mayoría de vecinos musulmanes quequieren cerrar las iglesias cristianas con el pretexto de que «hacen ruido».
«Defenderemos a las iglesias para que los radicales vean que sus denuncias no tendrán éxito. Estas comunidades cristianas dan un gran servicio a la población y que las silencien de esta manera es una gran discriminación», afirma el abogado.
Otro caso llamativo es el de la iglesia londinense ‘Immanuel House of Worship‘ que fue denunciada ante el gobierno local, por un solo vecino musulmán y logró que se emitiera una orden de reducción de ruido. La iglesia no podrá cantar ni tocar las campanas y tendrán que tener cuidado de no alzar la voz cuando vayan a entrar y salir en grupo del templo.
Todo esto ocurre en Inglaterra, un país cristiano desde antes de la Edad Media. Cristiano en sus piedras, iglesias e incluso instituciones, pero cada vez menos en sus personas. El 12,4% de los habitantes de Londres es musulmán. Y la población islámica creció desde 1,5 millones en 2001 a 2,7 en 2011. Actualmente el porcentaje de musulmanes en Inglaterra y Gales es del 5%.
El problema no sólo tanto el crecimiento de mahometanos, procedentes de la inmigración de países como Pakistán, sino sobre todo que no se integran en la sociedad británica. Y que apuestan por el radicalismo. Hay barrios enteros en ciudades de Inglaterra donde la policía no se atreve a entrar, porque lo que impera no son las leyes del país, sino la sharia o ley islámica.
Paralelamente se ha producido en las últimas décadas una alarmante descristianización del país. El número de cristianos baja, el de musulmanes aumenta. Y los más radicales de éstos últimos no se limitan a convivir sino que tratan de imponer sus costumbres silenciando a la religión cristiana.

Las iglesias silenciadas de EE.UU

Pero el Reino Unido no es un caso único. Los musulmanes también presionan a templos cristianos en EEUU. La «batalla del ruido» ha llegado también a las iglesias norteamericanas.
En Phoenix, en el estado de Arizona, la iglesia ‘Christ the King’ ha emprendido acciones legales después de que su reverendo Rick Painter, ha sido declarado culpable y condenado a tres años de libertad condicional y 10 días de prisión por hacer sonar campanas con un programa electrónico.
La denuncia la presentó también un vecino musulmán, y Painter fue condenado. Paradójicamente se aprobaban el circuito diario de los camiones de helado por la ciudad, que llevan música incorporada, y sin embargo nadie protesta.
La organización cristiana Alianza de la Defensa para la Libertad ha denunciado la discriminación que están sufriendo las iglesias en Europa y Estados Unidos para que se «mantengan calladas».
«Las iglesias no pueden ser castigadas por hacer sonar sus campanas- afirma el abogado de la organización, Erik Stanley- la ley está siendo muy abusiva para silenciar a las iglesias, que las campanas suenes o que se cante ha sido una tradición a lo largo de la historia y está claro que no superan el nivel de ruido permitido, si se compara con los locales nocturnos o incluso el camión de los helados que pasa todos los días».
TOMADO DE INFOCATOLICA.COM 

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